Hace un par de años le oí contar a un escritor de cierto éxito (novelas más o menos históricas con tramas más o menos intrigantes publicadas en editorial de campanillas) que la primera versión de su último libro, el que venía a presentar, le había quedado muy larga, y que para reducirlo a unas dimensiones manejables había procedido a quitarle "todo lo que sobraba, toda la literatura...". Prometo que es cierto. Bueno, pues ni siquiera así he visto yo a este escritor en la televisión. Los escritores ahora salen muy poco en la televisión, y en ese “muy poco” cabe además el grotesco episodio de Lucía Etxebarría, así que... Hay un programa en la segunda cadena estatal, que seguro hacen con mucho cariño y que, bueno, está bien, pero al que le pasa, creo yo, como a la llamada cocina creativa, que es muy original, está muy bien emplatado y combina ingredientes exóticos, pero al final te sabe a poco, te quedas con hambre. Yo recuerdo Los libros, con Armas Marcelo y Eduardo Sotillos, recuerdo El lector, con Agustín Remesal, recuerdo Negro sobre blanco, de Sánchez Dragó, que es un tipo que podrá caer mejor o peor pero que hacía espléndidos programas literarios (más lejos en el tiempo recuerdo también Encuentros con las letras y Biblioteca nacional). Y desde luego inclinémonos ante aquel A fondo presentado por Joaquín Soler Serrano, que hemos recuperado gracias a su edición en vídeo y DVD, por donde desfilaron los mejores poetas y narradores en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX –y parte de la primera, también-. Pero es que además los escritores aparecían en cualquier programa de entrevistas que se preciara, para hablar de su libro o para explicar cómo absorbían agua por el culo, cada uno en su estilo, pero ahí estaban. La primera vez que yo vi a Julio Cortázar fue en un programa de Mercedes Milá, quien años después, por cierto, afirmó que el maestro argentino había sido la persona que más le había impresionado de todas cuantas pasaron por su mesa de entrevistas.
Bueno, pues hoy en día los escritores salen muy poco en la tele. Digamos que no dan juego. Y como lo que no sale en la tele no existe, las grandes editoriales han decidido que ahora las novelas las escriba gente que sí sale, gente que presenta programas, de variedades o informativos, eso es igual, pero que resulta familiar para el gran público, el que está dispuesto a gastar su dinero en un libro. De este modo, burla burlando, cuando uno entra en una librería lo que se encuentra bien a la vista son novelas de Maxim Huerta, de Marta Robles, de Nuria Roca, de Jorge Javier Vázquez, de María Teresa Campos, de David Cantero, de Mari Pau Domínguez, de Mara Torres, de Sandra Barneda, de Nieves Herrero. Planeta le pidió hace más de un año una novela a Jaime Cantizano, pero no se sabe cómo va eso, y todavía se recuerda aquélla de Ana Rosa Quintana, lo mal que acabó el asunto, pues en lugar de contratar a un negro para que se la escribiera contrató a un Rojo, que es un color que se disimula mucho peor en la sombra, y todo salió a la luz. Sin duda todos ellos tenían una arraigada vocación de novelistas, lo que ocurre es que la vida les fue llevando por otro camino. Pasa mucho; a Kafka, sin ir más lejos, la vida le llevó a una agencia de seguros.
No seré yo quien diga que estas personas que forman parte de la nueva narrativa española son malos escritores, o que son malas las novelas que las grandes editoriales les publican y los lectores compran; no lo diré porque no las he leído ni es probable que las lea en el futuro, no por desprecio, por favor, entiéndaseme, es más bien que me queda por leer una cantidad abrumadora de novelas de Dickens, de Stendhal, de Balzac, de Víctor Hugo, de Galdós, de Baroja, de Proust, de Ana María Matute… en fin. Quiero decir que tengo lecturas pendientes. Tal vez no esté a la última última en cuestión de novelas, pero siempre he ido por libre, no sé, como a contracorriente. Justo antes del verano leí Otra vuelta de tuerca, de Henry James. ¿Puede haber algo más pasado ya? Bueno, pues me gustó una enormidad. Qué le voy a hacer: amo la literatura. La televisión, hoy por hoy, la amo mucho menos. Aunque en el fondo esté llena de nuevos novelistas.
Julio Cortázar es entrevistado por Joaquín Soler Serrano. A fondo, 1977