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Channel: Los pasadizos del Loser
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La mirada de Alfredo Landa en palabras de José Luis Garci

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De entre todos los personajes –tantos y tantos-, elijo uno: el detective Germán Areta, el Piojo. Y  no estoy hablando sólo de los personajes interpretados por Alfredo Landa. Me refiero a la totalidad de los personajes que pueblan la historia del cine español. Bueno, habría mucho que contar, claro. La vida, ya se sabe... En lugar de hacerlo, voy a traer unas palabras escritas por José Luis Garci (ABC, 15 de noviembre de 1991):

«(…) El otro secreto de Landa es su mirada. Hace algunos años, cuando Landa era campeón de todos los pesos, él y yo rodábamos una película en Madrid. Landa fumaba concentrado mientras le ponían un contraluz. Sus ojos recorrían el escenario en una suave panorámica. De pronto se detuvieron en un ventanal. Un segundo, dos, cinco. Y apareció su mirada mágica. Es esa mirada que nace en un lugar que sólo conoce John Ford. Esa mirada que viene y se va y que oscila como las lámparas de carburo, con una alegría imprevista. La mirada de Tracy desanudándose los cordones de los zapatos en El padre de la novia, la de Robert Ryan examinando sus trofeos en On dangerous ground, la de De Niro al final de New York, New York. Cinco minutos después, cuando filmamos aquel plano, Landa ya no tenía esa emoción en la cara. Sus ojos volvían a ser los de su personaje, un detective privado bañado en soledad, con un bigote tan ancho y poblado como la Gran Vía, donde tenía su despacho, y al que le quedaban demasiado ajustados sus polos. Con mucha paciencia, a lo largo de un par de semanas, traté de capturar aquella sensación y concretizarla. Una noche, en el patio de operaciones de Banesto, apareció otra vez, también durante una ligera pausa, mientras se ajustaba un proyector. El foto-fija estaba alertado. “Ahora”, le dije.

»Pedí que ampliaran esa fotografía a tamaño natural (…) Sé que a su madre le perturbaba verla. Quizá no sea perturbar el verbo idóneo; mejor inquietar. Aquella mirada, aquel cuerpo, era algo que incluso escapaba de su conocimiento. Y tenía razón. Aquel no era su hijo. Aquel era un ser, un actor, en el momento mágico de su viaje hacia el otro lado. Ni era Landa ni era Areta, el detective. El fogonazo había pillado el instante justo de cuando se es y no se es. Cuando el cerebro ha dado la orden de salida hacia el misterio, el alma la ha recogido y ha emprendido el viaje.»

Creo que esa mirada está en la escena final de El Crack dos. Mi amigo/camarada/hermano Paco Ortiz y yo llegamos a aprendernos de memoria diálogos enteros de esta película, y a ambos nos ponía algo más que un nudo en la garganta este momento irrepetible del cine… No he podido traer la escena al interior del Loser, así que he de hacer un pasadizo hacia ella...  AQUÍ

Es mi sentido homenaje.



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